por Frida Cortés Ojeda
 

 

En los últimos años y específicamente durante la pandemia por la COVID-19, el tema de la salud mental ha tomado relevancia y aumentado su difusión a través de campañas por parte de grandes instituciones, gobiernos y grupos de profesionales, que se han encargado de visibilizar a través de los medios de comunicación la importancia de aquella. Al incrementar los problemas mentales producto de la contingencia -ya que de acuerdo con la Asociación Mexicana de Psicología Hospitalaria (AMPH), “cuando hay un evento que pone en riesgo nuestra salud, el aparato psíquico entra en un desequilibrio emocional.” (2020)- hablar de la salud mental y como mantenerla es de suma importancia en estos tiempos.

Para iniciar, tenemos que recordar que la salud mental es un componente integral y esencial de la salud. La Constitución de la Organización Mundial de la Salud dice que: «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.» (Organización Mundial de la Salud, 2018). Entonces, de acuerdo con la OMS, la salud mental es un estado de bienestar en el que la persona realiza sus capacidades y es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva y de contribuir a su comunidad.

En este sentido positivo, la salud mental es el fundamento del bienestar individual y del funcionamiento eficaz de la comunidad. (OMS, 2018). Un aspecto importante de esta definición es que considera la salud mental como algo más que la ausencia de trastornos o discapacidades mentales, a diferencia de lo que, como mexicanos culturalmente tendemos a pensar: que alguien se encuentra sano mentalmente solo por no tener trastornos o afecciones mentales notorias y que impidan su desarrollo social.

Desde otra perspectiva, el psicólogo Ricardo Hinojosa prefiere el término de salud psicológica, para referirnos a esta situación. Entendiendo que el concepto “salud mental” abarca sólo el área cognitiva, mientras que, al referirnos a la salud psicológica, englobamos lo conductual, lo emocional y lo cognitivo. (2021), por lo que es necesario comenzar a utilizar el concepto que mejor permita entender en su totalidad el bienestar humano abordado en este trabajo.

Una vez aclarado el término y lo que engloba, podemos adentrarnos un poco en la pregunta del título de este ensayo, ¿La salud mental en México es un derecho o un privilegio?, ya que, en nuestro país, la Constitución Política que es la máxima norma que rige a todo mexicano, establece en el párrafo cuarto del artículo 4o. la garantía para todas las personas el derecho a la protección de la salud. Su texto es el siguiente:

Toda persona tiene derecho a la protección de la salud. La Ley definirá las bases y modalidades para el acceso a los servicios de salud y establecerá la concurrencia de la Federación y las entidades federativas en materia de salubridad general, conforme a lo que dispone la fracción XVI del artículo 73 de esta Constitución. (Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, 1917)

Imagen del sitio: https://borde.mx/ley-de-salud-mental/

Además, otros autores y especialistas mencionan que: “A partir del derecho a la salud, corresponde al Estado asegurar la asistencia médica una vez que la salud, por la causa que sea, ha sido afectada; esto es lo que se llama el “derecho a la atención o asistencia sanitaria” (Abramovich & Courtis, 2001). Por lo que el establecer parámetros especializados dentro de la Carta Magna es fundamental, el concepto de salud en general no es suficiente ya que se deja desprotegido al ciudadano en su integridad a nivel mental.

Si bien, cuando pensamos en el derecho a la salud o en el concepto de salud en general, lo que viene a nuestra mente son enfermedades producidas por virus, bacterias o fallas de algún órgano que afectan física o tangiblemente a nuestro cuerpo, muy pocas veces consideramos la salud psicológica como parte de este estado óptimo del ser humano, ni la priorizamos al nivel de la salud física. Lo anterior es un grave error, pues esta exclusión del área psicológica en nuestro concepto de salud ha fomentado el que, en México, se vea como atención innecesaria, sin exigir que el gobierno la brinde y, por tanto, se vuelva costosa, exclusiva e inaccesible para toda la población.

Continuando en el marco legal, desde hace más de dos décadas, México dispone de leyes, normas y programas de acción que regulan la atención de la salud mental e incluyen los lineamientos básicos para las políticas públicas destinadas a atacar este tipo de afecciones.

En 1984 cuando se promulga la Ley General de Salud, cuando se da el inicio al cuidado de la salud mental del mexicano, y para abordar el marco legal de la salud mental en México es necesario conocer el artículo 72 de la Ley General de Salud:

Artículo 72. La prevención y atención de los trastornos mentales y del comportamiento es de carácter prioritario. Se basará en el conocimiento de los factores que afectan la salud mental, las causas de las alteraciones de la conducta, los métodos de prevención y control multidisciplinario de dichos trastornos, así como otros aspectos relacionados con el diagnóstico, conservación y mejoramiento de la salud mental (Ley general de salud, 1984).

Además, se cuenta con un órgano independiente del sector salud, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, encargada de controlar que se respeten los derechos humanos de los usuarios y familiares, sin embargo, y pese a estos órganos, leyes y programas, la población que disfruta de atención, tratamiento y prevención de trastornos en el área psicológica es poca y selectiva, como se ha mencionado.

Retomando lo que la OMS menciona sobre la salud mental (psicológica), establece que esta y el bienestar son fundamentales para nuestra capacidad colectiva e individual de pensar, manifestar sentimientos, interactuar con los demás, ganar el sustento y disfrutar de la vida. Sobre esta base se puede considerar que la promoción, la protección y el restablecimiento de la salud psicológica son preocupaciones y necesidades esenciales de las personas, las comunidades y las sociedades de todo el mundo y en México también deben ser cubiertas por el Estado.

Ahora bien, si nos adentramos un poco en números para conocer la verdadera situación de la salud psicológica en nuestro país, de acuerdo con el artículo “Los especialistas en psiquiatría en México”, realizado con datos del 2016, existían 4393 psiquiatras en el país, lo que equivalía a una tasa de 3.68 psiquiatras por cada 10 000 habitantes. (Heinze, Del Carmen, & Carmona-Huerta, 2016). Para 2019 de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía existían 12 psicólogos por cada 10 mil habitantes, lo que sigue siendo insuficiente para la satisfactoria atención de la salud psicológica de los mexicanos.

Aunque esperamos un aumento de profesionales en la psiquiatría de esa última estadística al actual año 2021, y aunque no hay datos actualizados, si comprendemos las cifras arrojadas significaría que cada psicólogo debería atender a 833 mexicanos en promedio, y un psiquiatra a una cantidad imposible de 2,717 habitantes, y si esto fuera lo bastante complicado, debemos considerar que la distribución de estos profesionistas no es la misma en cada Estado o Ciudad del país, por lo que algunas zonas geográficas estarían aún más carentes de especialistas para la atención de la salud psicológica, y peor aún, cuando el último censo de población arroja que ya somos alrededor de 126 millones 14 mil 24 habitantes en México. (INEGI, 2020).

De acuerdo con la distribución de los especialistas en psiquiatría, El 42.09% del total ejerce en la Ciudad de México, en el Estado de Jalisco ejerce el 11.22% y en el de Nuevo León, el 7.03% del total de los especialistas. Los tres Estados con mayor número de psiquiatras concentran al 60.34% del total de psiquiatras en México; el 39.66% restante se encontró distribuido en las 29 entidades federativas restantes y concentrados principalmente en zonas urbanas. Los Estados con menor número de psiquiatras son Tlaxcala, Zacatecas, Baja California Sur, Colima y Querétaro, los que en conjunto suman el 1.5% (62 especialistas) del total de psiquiatras del país. (Heinze, Del Carmen, & Carmona-Huerta, 2016).

Esta situación es alarmante, pues es evidente que, ante este panorama, es imposible garantizar el derecho a la salud (específicamente la psicológica) que se establece en el ya mencionado artículo 4 constitucional. Por ello, a pesar de que está establecida como parte de un derecho, la salud psicológica se vuelve una oportunidad para un sector con el poder adquisitivo para pagar los servicios de un especialista que les atienda o y de seguimiento.

En México, el porcentaje de personas que recibe apoyo psicológico cuando lo necesita no rebasa el 20% como lo señalan especialistas de la UNAM (Gómez- Maqueo, 2016), esta cifra, entendiendo que es parte de la población consciente del problema y la necesidad de atención la que recibió ayuda, sin embargo, no se cuenta con una estadística de personas que asisten a consultas para evaluar su salud psicológica o en una forma preventiva. Es decir, la poca atención que se brinda es para la solución de una afección ya visible, mientras que el monitoreo de la salud psicológica en México es casi inexistente. Por lo que, la atención y el bienestar psicológico es en nuestro país, un derecho que se ha convertido en privilegio.

Pero ¿a qué podemos atribuir esta carencia de atención y bienestar psicológico en la población mexicana?, muchos factores han interferido en la correcta atención de la salud y bienestar mental en nuestro país, el más claro y como lo comprendimos anteriormente, es que no se cuenta con los especialistas necesarios para la atención de la población, pero este problema a su vez, puede explicarse con otros factores, como lo es el que de acuerdo al periódico “El país”, existen en toda la República Mexicana alrededor de 670 universidades que imparten Psicología (De la Marta Martín), sin embargo, más del 80% de estas son privadas, lo que reduce la posibilidad de los mexicanos a tener una formación en psicología, considerando que en general, para el 2020 la población mexicana con una educación superior es solo del 21.6%. (INEGI, 2020).

Sumándose a esto, encontramos el bajo interés de los ciudadanos en estudiar la carrera de psicología, pues precisamente al no estar considerada la salud psicológica como parte fundamental del bienestar mexicano, son pocos los que se atreven a introducirse en la psicología y psiquiatría ante el panorama poco alentador de empleo en el país. Esto, conforma un círculo vicioso que afecta no solo a los especialistas en la salud mental, sino a todos los mexicanos: No se cuentan con las oportunidades educativas para la formación de especialistas, tampoco con las oportunidades laborales en caso de que estos incrementen, y esto provoca que siga siendo imposible brindar la atención y procurar el bienestar psicológico de la población que, aunque es un derecho constitucional no se está cumpliendo.

Otro factor que propicia esta situación es que, del presupuesto en salud en México, sólo se destina alrededor del 2% a la salud mental, cuando la OMS, recomienda que se invierta entre el 5 y el 10%. Además, el 80% del gasto en salud mental se emplea para mantener hospitales psiquiátricos, mientras que se destina muy poco a detección, prevención y rehabilitación de trastornos o afectaciones psicológicas (INSyTU, 2018), siendo estas últimas, acciones de suma importancia para el bienestar mental de los mexicanos y a lo que no se le da importancia, aún siendo establecido en la ley.

Entonces, ante este panorama, es nuestro deber como ciudadanos visibilizar la situación de la salud mental en nuestro país, podemos hacerlo como profesionistas y en una tarea multidisciplinaria a través de campañas de concientización y prevención, prestando atención al bienestar psicológico y entendiendo que este es necesario para nuestra capacidad colectiva e individual de pensar, manifestar sentimientos, interactuar con los demás, ganar el sustento y disfrutar de la vida, pero además, en nosotros está el exigir al gobierno que la salud psicológica en México no sea más un privilegio, pues es un derecho y debe ser cubierto por el Estado como lo que es.


Referencias:

Abramovich, V., & Courtis, C. (2001). El derecho a la atención sanitaria como derecho exigible. En La Ley. Suplemento de Jurisprudencia de Derecho Administrativo (pág. 16). Año LXV.

Asociación Mexicana de Psicología Hospitalaria. (marzo de 2020). Cuidando mi salud mental durante el COVID 19. Obtenido de https://www.binasss.sa.cr/bibliotecas/bhp/covid/COVID-19.pdf

Becerra-Partida, O. F. (2014). La salud mental en México, una perspectiva, histórica, jurídica y bioética. Persona y Bioética, 18(2), 238-253. Obtenido de https://www.redalyc.org/pdf/832/83232594012.pdf

De la Marta Martín, M. Á. (s.f.). Universidades que imparten Psicología. El país. Recuperado el mayo de 2021, de https://elpais.com/especiales/2015/carreras- mexico/carrera/universidad/psicologia.html

Gómez-Maqueo, E. (10 de octubre de 2016). Dirección General de comunicación social: Boletín UNAM. Obtenido de EN EL MUNDO, 25 POR CIENTO DE LA POBLACIÓN HA SUFRIDO ALGÚN PROBLEMA DE SALUD MENTAL: https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2016_695.html#:~:text=Una%20de%20cada%20 cuatro%20personas,se%C3%B1alaron%20especialistas%20de%20la%20UNAM.

Heinze, G., Del Carmen, G., & Carmona-Huerta, J. (2016). Los especialistas en psiquiatría en México: año 2016. Salud mental, 39(2), 69-76. doi:10.17711

INEGI. (2020). Características educativas de la población. Obtenido de Insituto Nacional de Estadística y Geografía : https://www.inegi.org.mx/temas/educacion/

Organización Mundial de la Salud. (30 de Marzo de 2018). Salud mental: fortalecer nuestra respuesta. Obtenido de https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/mental-health- strengthening-our-response

*Alumna de sexto semestre de comunicación.