Por: Daniela Acosta Lozano
Imaginen a un niño que se ve diferente a todos. Y que, además, pareciera que
piensa diferente a todos. Que a diario se siente como un alien, como un extraño en
su propia casa, su escuela, su grupo social. Un niño que, cansado de ver personas
diferentes a él, se cuestiona por qué nunca ha visto a alguien similar en esa
televisión que ve todos los días llegando de la escuela.
Ni en los comerciales, ni en los programas en vivo, ni en las caricaturas. En ninguno
de los medios masivos. Ese niño crecerá sabiendo que es diferente, se sentirá
apartado, sentirá que no pertenece muchas, muchas veces.
¿No les gustaría cambiar eso? Como medios de comunicación, ¿no deberíamos
velar nosotros por ese niño que se sintió tan fuera de lugar por tantos años?
Yo creo que sí. Sé que si un niño crece solo viendo cómo los estereotipos se replican
una y otra vez en los medios masivos, hipersexualizando, invisibilizando, burlando,
caricaturizando el cómo se ve, terminará por afectarlo emocionalmente de por vida.
Entonces, ¿qué es una buena representación para ustedes? Una buena
representación de una mujer real, y no de cómo debería verse o comportarse una
mujer de acuerdo con la sociedad.
Una buena representación de un hombre gay, y no de cómo un hombre
heterosexual cree que actúa, se viste o piensa. Una buena representación de un
extranjero, y no de cómo lo ve el resto del mundo.
Las consecuencias de la mala representación de ciertos subgrupos sociales no solo
las sufren las minorías, sino que las sufre todo el mundo. Los imposibles estándares
de belleza presentados en comerciales, la familia blanca en un anuncio de un país
como México en el que pocas personas poseen ese color de piel, la hipersexualización de las niñas en programas infantiles, la burla hacia el hombre
gay femenino y la mujer lesbiana masculina.
Vivimos en un constante bombardeo de desinformación dañina para todos quienes
las consumen. Vivimos en la era de la tecnología, sí. De las redes sociales, los
servicios de streaming y aún así verte como eres en algo es casi imposible.
Juzgar a marcas con proyectos de inclusión porque es inclusión forzada es común.
Pero ¿qué es la inclusión forzada? ¿No será forzada porque te incomoda? ¿Porque
te acostumbraste tanto a ver lo de siempre? Lo blanco, lo hetero, lo marcado por la
normalidad.
La normalidad que, por cierto, no existe. Que es un espectro, es una ilusión. Lo que
existe somos nosotros, lo real, lo palpable. Lo que incomoda, pero debe ser visto.
Para que los niños no crezcan creyendo en los estereotipos que hoy estamos
tratando de derribar.
La representación es importante. Con ella los niños que crecieron odiando verse al
espejo, se ven ahora en la pantalla grande. Como son, como somos todos. La
inclusión forzada no existe, solo existe la inclusión.
Todo esto no es forzado. Es, y es lo que debería ser. El mundo está cambiando, los
medios están cambiando. Y están cambiando para bien. Para que los niños de
ahora crezcan, vean en la tele y digan “wow, es como yo”